Hacemos tus viajes más fáciles y llevaderos. Compartimos herramientas, recursos y experiencias para que hagas de tus viajes un recuerdo inolvidable.

Durante la secundaria, en una escuela convencional con educación tradicional, me sentía presa. Tanto yo como muchos de mis compañeros, fuera en el colegio que fuera, nos sentíamos igual. Yo escribía cartas, dibujaba. Pasaba más tiempo pensando en otras cosas que me gustaban más que en lo que decía el profesor. Es recién hoy, 20 años después, que entiendo que la educación tradicional en la escuela debe ser complementaria a la educación en el mundo o lo que se llama también worldschooling.

Particularmente, yo me aburría en la mayoría de las materias escuchando al profesor, copiando lo que escribía en el pizarrón, pasando esas letras a la carpeta, para después repetirlas de memoria en el examen. Todos los días en la escuela eran más o menos iguales.

Todos los días, durante muchas horas, por varios años. Pizarrón, carpeta, examen. Pizarrón, carpeta, examen.

Tal vez me sentía presa porque no encontraba en la escuela un espacio para aprender lo que me interesaba. A mí siempre me gustó el dibujo y la escritura. Cuando volvía a casa escribía cartas, historietas, o dibujaba. Asistía a cursos de dibujo y pintura y buscaba en los libros técnicas que me ayuden a mejorar mis trazos. Pero en la escuela no había lugar para eso. Así que mi vida se dividía en 2: escuela y mundo real. Escuela y aprender.

Tanto yo como otros amigos con diferentes intereses, sentíamos que la escuela nos robaba el tiempo para hacer lo que nos gustaba. Cuando estábamos en la escuela, lo único que queríamos era que suene el timbre para irnos.

Al salir estábamos cansados, apagados y con ganas de no hacer nada.

¿Porqué la educación tradicional de la escuela debe cambiar?

Muchos somos los que decimos que la educación tradicional de la actualidad está obsoleta, muchos creemos que hay que mejorar la escuela, pero este tipo de cambios son grandes y llevan tiempo. Y mientras tanto, ¿Qué hacemos para que nuestros hijos, que hoy están en la escuela, no se sientan presos como nos sentíamos nosotros hace pocos años?

Me puse a pensar en qué momentos no me sentía presa. Uno de ellos era durante los viajes en los que colaborábamos con comunidades de bajos recursos. Durante todo el año trabajábamos para recolectar ropa, juguetes, libros y alimentos no perecederos que luego llevábamos a estas poblaciones necesitadas y compartíamos algunos días con ellos.

En algunas materias como Ciencias Sociales o Educación cívica nos hablaban un poco sobre conocimientos y habilidades para comprender la vida política, social y cultural y así entender, teóricamente, qué se requiere para el bienestar común o el porqué de la desigualdad social. Me interesaba! Pero me iba mal. Incluso he reprobado.

La respuesta a las preguntas de los exámenes eran párrafos memorizados que poco me ayudaron a contribuir en la sociedad como la materia pretendía. Le pregunté a mis compañeros para qué servía todo eso. Ellos respondieron: para probar, para qué más? Eso era la materia.

Me di cuenta con el tiempo que muchos de los problemas que resolvíamos en matemáticas o los experimentos que mostraban en ciencias no me ayudaban a resolver problemas del mundo real. Muy pocas veces se me pedía aplicar el razonamiento o la opinión personal. Poco incentivaban el debate o el juego de roles para intentar ponernos en sintonía con lo que nos querían enseñar.

Lo mismo me pasó con la clase de lengua y literatura. Durante todos esos años leí un montón de libros. Odiaba la lectura! Porque ninguno de todos ellos lo elegí yo. No elegíamos lo que leer, no elegíamos lo que aprender.  

La educación en el mundo, worldschooling, el mundo como escuela

¿Qué habría pasado si hubiese podido elegir algunos de los libros que leí? ¿Y si hubiese tenido un espacio para aprender sobre algún tema que eligiera yo? Estoy segura de que si hubiese habido más momentos en los que podía elegir y hubiera menos pizarrón, carpeta, examen, la escuela hubiera sido un lugar donde sí hubiese querido estar.

El modelo de enseñanza tradicional genera desinterés en los estudiantes por la falta de protagonismo.

La educación tradicional no trabaja experiencias reales y se convierte en una reproducción teórica. Sin embargo, desde mi punto de vista, no significa que deba ser totalmente abandonada.

El principal desafío con la educación en el mundo / worldschooling

Como familia viajera, hemos experimentado la educación con el Mundo como escuela en varias oportunidades. Durante 6 meses hemos recorrido Argentina en una Campervan con nuestro hijo de 3 años, y tiempo más tarde lo hicimos en una Autocaravana por Portugal y España con un niño de 4 y otro de 1. El desafío más grande durante todo ese tiempo fue el de las relaciones sociales de nuestros hijos.

Desde mi punto de vista, viajar te permite hacer nuevos amigos por todo el mundo, pero esto implica también separarse de ellos en un breve lapso de tiempo y cuesta más formar relaciones duraderas. Hoy día mantener las relaciones a distancia es posible gracias a internet, pero en niños más pequeños a los que no exponemos a las pantallas recurrentemente, este vínculo resulta insostenible.

¿Por qué deberían ser complementarias la educación tradicional en la escuela y la educación en el mundo / worldschooling?

Tanto la educación tradicional en la escuela con la educación en el mundo / Worldschooling tiene sus fortalezas y debilidades, y por lo tanto, deberían complementarse mutuamente.

El worldschooling  proporciona a los niños una experiencia única e inolvidable de aprendizaje, con el mundo como herramienta de enseñanza, mientras que la educación tradicional en la escuela les brinda otras herramientas importantes para la vida cotidiana como desarrollar relaciones sociales con pares o aprender a respetar turnos y autoridades.

La educación worldschooling permite el aprendizaje “in situ”. Una enseñanza a través de experiencias vividas. Explorar un bosque en lugar de estudiarlo.

La combinación de ambas formas de educación puede ser una experiencia enriquecedora y equilibrada para los niños. Los padres que utilicemos la educación global como un complemento a la educación en la escuela, permitiremos que los niños experimenten y aprendan a través de sus experiencias, descubrimientos y elecciones propias. Mientras que la escuela puede proporcionarles una base sólida para sus habilidades académicas.

Nota inspirada en la charla TED x RiodelaPlata “ Zombies en la escuela de Juli Garbulsky”

Los niños pequeños son brillantes. ¿no es cierto? Viven el momento presente, son capaces e inocentes. Y quizás mi rasgo favorito: son auténticos. Viven sin filtro, son los humanos más honestos del planeta. Son ellos mismos sin disculparse. Pero, quizás también sean los humanos más incomprendidos del planeta. Pero¿porqué que debemos abandonar la disciplina tradicional?

Nosotros como adultos, hemos olvidado lo que es ser un niño pequeño. Ser pequeño y dependiente. Estar en constante aprendizaje. Sentir solo una emoción (fuerte) a la vez sin tener las herramientas para controlarla. En la niñez se experimenta el desarrollo cerebral más rápido de la vida y te cuento más abajo la importancia de esto.

Nuestra cultura occidental pone el foco en los berrinches de los niños pequeños, mientras ponen a prueba nuestros límites actuando incivilizados y descorteses. Esta mirada puede hacernos sentir que estamos perdiendo el control, o que somos ‘malos’ padres, que estamos fallando.

Y así, se nos anima a controlar a nuestros hijos dando uso a nuestro poder.

La paternidad convencional se enfoca en modificar el comportamiento superficial y recurrir a tácticas como castigos, penitencias, amenazas, sobornos y recompensas bajo la justificación de que perpetuar una jerarquía de dominación de alguna manera está sirviendo al bien común.

Y cuando estas tácticas de miedo no funcionan… intensificamos el castigo.

Pero… ¿y si no hay absolutamente nada malo con nuestros hijos? Nada que arreglar. ¿Qué pasa si el problema es la falta de conocimiento, comprensión y empatía dentro de nuestra sociedad? ¿Y si estas técnicas amenazan con erosionar la influencia más importante que tienen nuestros hijos: nuestra relación con ellos?

La sociedad occidental espera un enfoque de crianza basado en los deseos de un adulto en lugar de las necesidades de un niño. Pero, ¿y si, a través de nuestra relación, la comprensión de la psicología infantil y el desarrollo del cerebro, y un cambio de perspectiva, pudiéramos encontrar una manera de estar en armonía con nuestros ellos y crecer juntos?

Profundicemos un poco más en la ciencia del crecimiento. Tratemos de entender por qué los niños pequeños se comportan de la manera que lo hacen para que podamos sentir confianza y gratitud mientras estamos a su lado, guiándolos con paciencia y compasión en esta aventura y en este viaje llamado niñez.

Etapas evolutivas del cerebro

A medida que los humanos evolucionaron para caminar sobre dos piernas en lugar de cuatro, el tamaño de la pelvis tuvo que reducirse considerablemente. Para las mujeres, el parto se volvió más desafiante; evolucionamos para dar a luz a nuestros bebés en una etapa mucho más temprana de desarrollo para que la cabeza de un recién nacido pudiera pasar con seguridad a través del canal de parto más estrecho. Algunos dicen que, en comparación con otros mamíferos, los humanos nacen solo a la mitad de la gestación, como los marsupiales que completan su desarrollo fuera del útero materno.

Sin lugar a dudas, la compensación biológica de este nacimiento prematuro implica un cerebro subdesarrollado, un bebé inmaduro, indefenso y dependiente.

Comparado con otros mamíferos, el cerebro humano es diminuto al nacer; un mero 25% de su tamaño adulto final. Otros animales tienden a tener cerebros infantiles más grandes para ayudarlos a sobrevivir. Los búfalos, por ejemplo, necesitan poder correr con la manada solo unos minutos después del nacimiento, sus cerebros relativamente maduros los ayudan a correr y responder adecuadamente cuando aparece un depredador.

Pero la madre naturaleza siempre tiene una estrategia de supervivencia. En el caso de los humanos la respuesta es: Mamá y papá. Los bebés (y los niños pequeños) están diseñados para mantenerse cerca nuestro la mayor parte del tiempo, si no todo el tiempo, para protegerse.

Estamos diseñados para formar vínculos seguros por una razón: para que nuestra especie sobreviva y prospere. En consecuencia, nuestras interacciones con nuestros hijos, ya sean positivas o negativas, afectan la forma en que crecen sus cerebros.

El Instituto Nacional de Salud Mental sugiere que el cerebro no madura completamente hasta mediados de los 20 años. El lóbulo frontal, responsable del juicio, la planificación, la evaluación de riesgos y la toma de decisiones, es la última región en completar el desarrollo alrededor de los 30 años.

Esto para nosotros, los padres, significa que debemos ser pacientes y compasivos con nuestros hijos. Que los niños a menudo son incapaces de cumplir las expectativas poco realistas que ponemos en ellos. Significa que no importa cuán inteligente creamos que es nuestro hijo de 5 años, no importa cuánto deseemos que pueda racionalizar y razonar, simplemente no tiene el cerebro de un adulto. Podemos esperar que los niños se comporten con autodisciplina y autocontrol, pero hasta que sus cerebros maduren, es nuestra responsabilidad guiarlos (y «prestarles» nuestra corteza prefrontal hasta que la suya madure).

¿Cómo la crianza positiva fomenta el desarrollo saludable del cerebro?

Como especie, somos adaptables precisamente porque estamos inacabados al nacer. Los niños “construyen” un cerebro que se adapta mejor al entorno que experimentan. La asombrosa cantidad 790 conexiones neuronales se forman en el cerebro cada segundo, lo que equivale a más de mil billones de conexiones para el tercer cumpleaños de un niño.

Pero el proceso de desarrollo del cerebro no termina a los tres años; cuando los niños llegan a la adolescencia, el número de conexiones neuronales se reduce a la mitad de mil billones a quinientos billones en un proceso llamado poda neuronal.

Entonces, ¿por qué el cerebro crearía más conexiones de las que necesita, solo para descartar las extras?

La respuesta está en la interacción de factores genéticos y ambientales. Si bien la genética proporciona un modelo, es el entorno de un niño y sus experiencias las que llevan a cabo la construcción, formando el cableado esencial del cerebro. El uso repetido de caminos particulares fortalece las conexiones individuales.

La fuerza de las conexiones es vital en el desarrollo de habilidades de regulación emocional. Por eso es fundamental que proporcionemos a nuestros hijos experiencias que contribuyan a un desarrollo cerebral saludable. Por ejemplo, un niño que experimenta un estrés excesivo desarrollará  más la parte del cerebro responsable de la respuesta de lucha, huida y congelación (tronco encefálico). Es más probable que estos niños se conviertan en adultos con trastornos de ansiedad y estrés, porque ha aprendido a sobrevivir en alerta máxima.

En contraposición, un niño que experimenta cariño y capacidad de respuesta puede dedicar su energía a desarrollar la parte del cerebro responsable de la regulación emocional (la corteza prefrontal). Es más probable que estos niños se conviertan en adultos tranquilos y emocionalmente estables. ¿Por qué? Porque sus primeras experiencias de interdependencia y capacidad de respuesta sugieren que su mundo es seguro y que pueden confiar en quienes los rodean.

Cuando trabajamos la empatía, los bebés y los niños pequeños se convierten en niños que naturalmente confían en el mundo. Y los niños confiados se sienten preparados a la hora de aventurarse y explorar de forma independiente. Así es como se desarrolla la verdadera independencia.

¿Por qué los niños pequeños necesitan crisis?

Los niños pequeños acumulan hormonas del estrés a medida que se enfrentan a los desafíos de la vida diaria. Pero la parte del cerebro que les permite expresar emociones fuertes verbalmente (la corteza prefrontal) aún no está completamente desarrollada. Esto significa que los niños pequeños pueden experimentar una emoción intensa, pero no tienen la capacidad de verbalizarla ni de lidiar con ella.

Entonces, la madre naturaleza diseñó a los niños pequeños con un método infalible para liberar la sobrecarga emocional: crisis (o berrinches).

Nuestros hijos no disfrutan de las rabietas. No “hacen” una rabieta intencionalmente para manipularnos. Las rabietas están fuera del control consciente de un niño pequeño.

Cuando las emociones los abruman, su cerebro no puede mantener un control racional, y para restablecer el equilibro necesitan liberar sus sentimientos y frustraciones.

Mirándolo desde este punto de vista, las rabietas son una oportunidad para conectarnos y profundizar la confianza que nuestros hijos ya tienen en nosotros.

Las rabietas son una oportunidad para aprender como padres, para profundizar, apoyarse y ayudar a nuestro hijo en la forma que necesita. Es una oportunidad para mejorar nuestro rol como padres/madres.

¿Cuál es la mejor manera de lidiar con una rabieta?

En primer lugar, recordemos que una rabieta no es un reflejo de nosotros mismos. Repitamos esto: la rabieta de nuestro hijo no es un reflejo nuestro o de su crianza. Lo que es un reflejo de ti es tu respuesta a la rabieta. ¿Podemos encontrar el coraje para ignorar a las expectativas culturales y ser la calma en la tormenta de nuestro hijo? No podemos controlar a otra persona, pero podemos elegir nuestra respuesta.

Recuerda que las rabietas son normales y son saludables.

Tomar una respiración profunda. Cerrar los ojos por un momento si es necesario. Hacer lo que haya que hacer para centrarnos. Somos nosotros la brújula de nuestro hijo. Somos su guía; necesitan sentir la seguridad de que estamos a cargo, que los respaldamos y que pueden confiar en nosotros cuando sienten que se están ahogando en un mar de emociones salvajes.

Sentémonos pacientemente con nuestro hijo.

¿Qué necesidades insatisfechas podrían ser la base de sus emociones fuertes? Digamos lo que vemos, sin juzgar.

Démosle palabras para que puedan entender sus emociones. “Estás tan molesto. Pareces triste. Estás llorando…”

Recordemos, esto no se trata de nosotros.

De nada sirve racionalizar o usar la lógica, créeme lo intentado… el cerebro de nuestro hijo es todo emoción en este momento. Primero conectemos a nivel emocional y luego, una vez que esté tranquilo/a, resolveremos el problema juntos.

Al reconocer sus enojos y frustraciones, aceptar sus emociones y darles un poco de tiempo,  estamos fortaleciendo la creencia de nuestro hijo de que el mundo es un lugar seguro. Que nosotros como padres los aceptamos y los amamos incondicionalmente. Que no existen las “buenas” o las “malas emociones”. Que les ayudaremos a regular sus emociones y explorar sus sentimientos sin importar cuán desordenados puedan estar.

Un libro que nos encanta a los niños y a mí, es El Mounstro de Colores que puedes conseguir en Amazon. El primero es una opción con Pop-Up y el segundo la versión ilustrada.

Por qué debemos abandonar la disciplina tradicional?

El enfoque convencional puede sugerir una penitencia,  una amenazar o castigarlos de alguna manera arbitraria. Si nuestra intención es educar abordaremos la situación de una manera; si nuestra intención es castigar, lo que haremos es dañar. Aprender a manejar estas situaciones es una amabilidad sin perder por ello firmeza. Cuando uno ocupa la culpa y castigo hay dureza, desde ahí no puede crecer nada bueno.

Porque cuando los niños pequeños se sienten abandonados, ignorados e invalidados, se vuelven ansiosos. La rabieta puede detenerse temporalmente, pero corre el riesgo de crear una profunda inseguridad a largo plazo.

Si no contamos como un «fracaso» el hecho de tropezar mientras aprenden a caminar,  ¿por qué lo tomamos con dureza cuando tropiezan con su crecimiento emocional?

La disciplina tradicional se ha convertido en sinónimo de castigo. Al preguntar a otros padres cómo definían la disciplina el concepto es «entrenar a las personas para que obedezcan las reglas o un código de comportamiento, utilizando el castigo para corregir la desobediencia». Pero el significado original de la palabra proviene de sus orígenes latinos, que significa «instrucción». Y disciplina deriva de la palabra latina discere, que significa ‘aprender’.

Las técnicas tradicionales de disciplina son, desde mi punto de vista, una forma perezosa de lidiar con el comportamiento incomprendido, que en la mayoría de los casos se deriva de la necesidad válida e insatisfecha de un niño. También ponemos la mayor parte de la responsabilidad en el niño y muy poca en nosotros los padres.

Todos los días, de cien maneras, nuestros hijos preguntan:¿Me ves? ¿Me escuchas? ¿Importo? Su comportamiento a menudo refleja nuestra respuesta.

La compasión y la orientación empática ayudan a los niños pequeños a desarrollar un cerebro que puede regularse emocionalmente en unos pocos años. Alrededor de los seis años, el sistema nervioso de un niño está casi completamente cableado. Se establece la capacidad de confiar, calmarse y empatizar.

Los niños que han tenido padres compasivos, receptivos y positivos llegarán a comprender y autorregular sus emociones la mayor parte del tiempo. Se sentirán seguros. Construirán vías neuronales dentro del cerebro para entregar bioquímicos calmantes que ayudan a regular emociones como el miedo y la ira. Se convertirán en adultos que se sienten cómodos consigo mismos y con las emociones de otras personas, por lo que podrán conectarse profundamente con los demás.

Puede sentirse abrumador en el momento con un niño que está haciendo un berrinche, pero consolémonos sabiendo que el esfuerzo y los sacrificios que hagamos valen la pena. Dentro de unos años, nuestros hijos no recordarán lo que dijimos, pero recordarán cómo los hicimos sentir.

Si quieres profundizar en otros hábitos de crianza saludable te invito a leer «La importancia de los hábitos» o a participar de un curso online de hábitos viajeros en donde profundizamos en una crianza menos tradicional.

Escuché un capítulo del podcast de Simplicity Parenting que me hizo reflexionar sobre cómo hablamos con nuestros hijos acerca de situaciones difíciles en el mundo, como la guerra en Ucrania, la inseguridad en Sudamérica o el hambre en África entre tantas otras desgracias.  Llegué a la conclusión de que lo más importante es mostrarles a los niños que el mundo es hermoso y que siendo buenas personas podemos contribuir de manera positiva, incluso en tiempos difíciles, ellos deben saberlo y te cuento cómo lograrlo.

La importancia de la esperanza en momentos difíciles

La historia de la humanidad ha tenido momentos crueles y aterradores, pero también ha habido compasión, sacrificio, bondad y coraje. Lo que enfaticemos en esta compleja historia determina nuestras vidas. Somos lo que pensamos, somos lo que nos decimos y somos lo que creemos.

Si solo vemos lo negativo, destruimos la posibilidad de hacer algo al respecto. Sin embargo, si recordamos los momentos en que la gente se comportó de manera proactiva y positiva, podemos sentir esperanza y energía para actuar y cambiar el mundo.

Es importante recordar que la esperanza no es solo una actitud mental, sino también una habilidad que se puede cultivar y desarrollar con el tiempo y la práctica. Te sugiero leer la nota La importancia de los hábitos en donde desarrollo este concepto como un hábito crucial en la crianza y la vida.

La importancia de hablarles bien del mundo a nuestros hijos

Es crucial que le enseñemos a nuestros hijos que el mundo es un lugar bueno y hermoso, para que quieran vivir en un mundo así. Si hablamos mal de la gente y de la guerra, los niños pueden tener una visión negativa del mundo. En lugar de eso, podemos enmarcar la conversación en «esta situación nos preocupa y hay que ver cómo hacerle frente y entenderlo«, sin pretender que todo está bien, pero en un contexto que no haga que los niños vean el mundo como malo. De esta manera, podemos construir confianza en ellos para que se sientan capaces de hacer algo y no se sientan reticentes.

Los niños no pueden hacer mucho en situaciones difíciles, lo cual puede asustarlos. Lo que sí podemos hacer es transmitirles el mensaje de que son buenos, competentes e importantes para el mundo. Además, podemos sortear las dificultades y hacer lo que podemos por la gente que sufre, en menor o mayor medida. Si hablamos con ellos de manera amable y considerada, y nos aseguramos de que lo que decimos sea verdad respecto a nuestros valores, podremos ayudarles a sentirse seguros y a salir al mundo a tratar de cambiarlo.

Cómo hablar con los niños sobre las tragedias y crisis globales?

Una manera de hablarles de estas situaciones es abordar el tema de manera honesta y sencilla, explicando los hechos de manera clara y evitando detalles demasiado crueles o gráficos. Además, es importante destacar que muchas personas y organizaciones están trabajando para resolver estos problemas y que tanto nosotros como nuestros hijos podemos ser parte de estas soluciones, por ejemplo, apoyando causas benéficas, donando juguetes que no usan, participando en actividades de voluntariado o aprendiendo sobre diferentes culturas y formas de vida.

También es importante enfatizar en la importancia de la compasión, la empatía y el respeto hacia los demás, ya que esto puede ayudar a nuestros hijos a comprender y valorar la diversidad y a desarrollar una perspectiva más amplia y tolerante sobre el mundo.

En general, hablarles bien del mundo a nuestros hijos no significa ocultar los problemas que existen, sino ayudarles a comprenderlos y a desarrollar habilidades para enfrentarlos de manera positiva y constructiva.

Por dónde empezar?

La American Academy of Pediatrics (AAP) incita a los padres/madres de familia, profesores, proveedores del cuidado infantil y a todos los que trabajan con los niños a que filtren la información sobre las crisis o acontecimientos y que la presenten de tal manera que el niño pueda asimilarla, adaptarse y sobrellevar la situación.

Independientemente de la edad o la etapa de desarrollo del niño, podemos empezar preguntándole qué es lo que ya han escuchado al respecto. La mayoría de ellos ya habrán oído algo, no importa la edad que tengan. Después de preguntarle sobre lo que ha escuchado, pregúntale si tienen alguna duda más.

Consejos para conversar sobre tragedias globales con niños y fomentar la esperanza

Comparto algunos tips basados en mi investigación sobre este tema. En un contexto de guerra en donde Rusia y Ucrania están en boca de todos; en nuestra experiencia como emigrantes de un país con inseguridad y en nuestras vivencias viajeras por países subdesarrollados en donde la pobreza, la desnutrición y la injusticia es moneda corriente.

  1. Es importante ser honesto y preciso al hablar con los niños sobre situaciones difíciles, utilizando un lenguaje adecuado según su edad y nivel de madurez para que puedan entender lo que está sucediendo.
  2. Mantener la calma es clave, aunque a veces puede ser difícil. Si mantenemos la calma y tranquilidad al hablar de temas difíciles, los niños se sentirán más seguros y protegidos.
  3. Dejemos espacio para que los niños hagan preguntas y respondamos de manera honesta. Escuchemos sus preocupaciones y demos respuestas claras y simples pero sin detalles de crueldad innecesaria.
  4. Es importante enfatizar las acciones positivas que se están tomando para ayudar a las personas afectadas por la situación y animar a los niños a pensar en formas en que pueden ayudar y ser parte de la solución.
  5. Fomentar la esperanza es fundamental. Debemos enseñarles que, aunque las cosas pueden ser difíciles en este momento, hay muchas personas trabajando juntas para hacer que el mundo sea un lugar mejor, y que nuestra actitud frente a las diversidades son el motor que mantiene esta actitud viva.
  6. Limitar el acceso de los niños a los medios de comunicación y noticias que puedan ser impactantes o perturbadoras para ellos, y enfocarse en las noticias positivas y en los ejemplos de personas que están haciendo una diferencia positiva en el mundo.

Es un mundo hermoso y los niños deben saberlo. Es el mundo que les queda y está en nuestras manos y las suyas que así siga siendo.

Deben saber que ellos pueden marcar la diferencia en su comunidad y en el mundo entero. Enseñándoles a ser respetuosos y compasivos con los demás, a través de actividades que promuevan la empatía y la tolerancia hacia diferentes culturas y formas de vida. Alentándolos a participar en actividades benéficas, donaciones o trabajos voluntarios.

10 ejemplos de personas que contribuyeron a un mundo mejor

Estas 10 personas son un ejemplo de esperanza en el mundo porque, a pesar de enfrentar adversidades y luchar contra la injusticia, mantuvieron una actitud positiva y una fe inquebrantable en un futuro mejor. Utilizaron su voz y su acción para hacer un cambio en sus comunidades y en el mundo, inspirando a otros a unirse a la lucha por la justicia y la igualdad. Cada uno de ellos mostró una resistencia pacífica y una valentía sin igual en su lucha por la libertad, la igualdad y la justicia, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay esperanza de un mundo mejor.

Os invito a compartirla con vuestros hijos y a buscar juntos la manera de que este mundo siga siendo siempre igual de hermoso.

Nelson Mandela – Luchó contra la opresión racial en Sudáfrica a través de la resistencia pacífica y la negociación política.

Martin Luther King Jr. Lideró el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos, utilizando la no violencia y la resistencia pacífica.

Malala Yousafzai – Abogó por los derechos de las mujeres y la educación en Pakistán, incluso después de ser víctima de un ataque terrorista.

Anna Frank – Escribió un diario que documentó su vida durante la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y resistencia.

Mahatma Gandhi – Luchó por la independencia de India del dominio británico a través de la resistencia pacífica y la desobediencia civil.

Frida Kahlo – Desafió los estereotipos de género y de discapacidad física a través de su arte y su activismo político.

Harriet Tubman – Ayudó a los esclavos a escapar hacia la libertad a través del ferrocarril subterráneo en Estados Unidos.

Helen Keller – Luchó contra la discriminación de las personas con discapacidad visual y auditiva, convirtiéndose en una defensora de los derechos humanos.

Elie Wiesel – Sobrevivió al Holocausto y se convirtió en un defensor de los derechos humanos y la paz, abogando por la tolerancia y el perdón en todo el mundo.

Greta Thunberg – activista sueca por el cambio climático y la acción climática.

Cada uno de ellos ha luchado por los derechos humanos, la igualdad y la justicia en diferentes formas y lugares del mundo, y ha sido un ejemplo de esperanza y resistencia pacífica en la lucha por un mundo mejor. Nosotros y nuestros hijos también podemos serlo.

Si quieres conocer más historias inspiradoras sobre hombres y mujeres que se atrevieron a ser diferentes y contribuyeron a un mundo mejor, te recomiendo enormemente estos libros para niños y niñas a partir de 4 años:

Ideales para leer un cuento corto antes de dormir, una historia por noche y muchos sueños de reflexión.

Por qué es crucial fomentar valores en la educación de nuestros hijos

Los valores son principios y creencias que guían nuestro comportamiento y nuestras acciones. Ser consciente de esto en la crianza de nuestros hijos es fundamental para construir una base sólida para su desarrollo moral. Éstos les ayudan a entender lo que está bien y lo que está mal, a desarrollar un sentido de ética y a tomar decisiones informadas y conscientes en su vida cotidiana.

Valores claves en la crianza de los niños

Fomentar el pensamiento crítico

Enseñar a nuestros hijos a cuestionar y analizar la información que reciben de la sociedad es crucial para desarrollar su pensamiento crítico. Esta habilidad les permitirá evaluar y analizar diferentes perspectivas y formar sus propias opiniones basadas en una comprensión profunda y reflexiva.

Fomentar la diversidad

Exponer a nuestros hijos a una amplia gama de perspectivas y culturas es esencial para desarrollar una comprensión completa del mundo. Esto evita la estrechez de miras que puede resultar de estar expuestos únicamente a una visión limitada de la sociedad. Leer libros de diferentes autores, ver películas y programas de televisión de diferentes culturas, viajar y participar en actividades que promuevan la diversidad cultural son formas efectivas de fomentar la diversidad en nuestros hijos.

Fomentar la empatía

Ayudar a nuestros hijos a desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar de los demás y entender sus perspectivas y sentimientos les permitirá desarrollar una comprensión profunda y empática de las experiencias y necesidades de los demás. Esto les ayudará a formar valores basados en la compasión y el respeto hacia los demás, en lugar de simplemente adoptar los valores de la sociedad sin cuestionarlos.

Enseñar valores basados en principios

En lugar de seguir ciegamente las normas y valores de la sociedad, es importante enseñar a nuestros hijos los principios subyacentes que respaldan nuestros valores. Explicarles los valores de equidad, justicia, respeto y responsabilidad que subyacen a esas reglas les permitirá desarrollar un entendimiento profundo de los valores y aplicarlos de manera más significativa en su vida cotidiana.

Fomentar la autonomía y la autenticidad

Permitir que nuestros hijos desarrollen su propia identidad y animarles a ser auténticos en sus creencias, intereses y personalidad es crucial para evitar la presión social de conformarse con lo que la sociedad espera de ellos. Fomentar su autonomía y apoyarles en la toma de decisiones basadas en sus propias convicciones les permitirá desarrollar una mentalidad independiente y resistente a los condicionamientos externos.

Promover la educación emocional

La educación emocional es fundamental para el desarrollo de una mente resiliente y equilibrada. Ayudar a nuestros hijos a comprender y gestionar sus emociones, así como a desarrollar habilidades de inteligencia emocional, les permitirá tomar decisiones basadas en la claridad emocional y no simplemente en las expectativas sociales.